Discurso de Clausura del 8º Foro Nacional de Seguridad y Justicia por Orlando Camacho Nacenta, Director de México SOS

Muy buenas tardes,

Estamos por cerrar un espacio que ha sido fundamental para que la justicia en México cambie, el 8º Foro Nacional de Seguridad y Justicia.

Un espacio que ha sido labrado desde hace 8 años por ciudadanos para ciudadanos, en el que hemos convocado a las autoridades y muchas de ellas, como hoy, han atendido este llamado, urgente, imperante.



Los ciudadanos ya somos otros, y estamos construyendo un nuevo tipo de relación con las autoridades: una responsabilidad compartida.

En la Red Nacional de Juicios Orales, RENACE, México SOS, así como muchas otras organizaciones sociales, tenemos el pleno convencimiento de que la reforma de justicia penal aprobada en 2008, ha significado la más profunda transformación en la forma de procurar y administrar justicia de la historia contemporánea de México.

Sin lugar a dudas, hemos iniciado un profundo cambio institucional con repercusiones culturales, sociales y políticas para atender eficientemente y transparentar la forma en que se imparte justicia, así como para abatir los altos índices de violencia y criminalidad que aún nos aquejan.

De ello hemos hablado, reflexionado, discutido y disentido a lo largo de estos dos días de trabajo fecundo, y a lo largo de las ocho emisiones ininterrumpidas de este foro nacional de justicia y seguridad que, como todos sabemos, se realiza desde el año 2009.

Se han ofrecido datos muy interesantes en el foro, desde su inauguración hasta la última mesa, datos que reflejan una realidad respecto al nuevo sistema de justicia penal.

Que el 92% de los asuntos penales del país son responsabilidad de las entidades federativas.

Que en la “justicia alternativa” trabajan alrededor de 1,225 personas.

Que en el sistema tradicional se resuelve una de cada seis averiguaciones previas y en el nuevo sistemas se resuelve una de cada cuatro carpetas de investigación.

Etcétera.

¿Y en que se traduce esta información?

En contraste les comparto otras cifras:

De acuerdo a la Consulta infantil y Juvenil 2015 del INE, se reveló que más de 26 mil niños de entre 10 y 13 años de edad aseguraron que fueron obligados a formar parte de un grupo de delincuentes.

173 mil dijeron que en su escuela o el lugar donde viven ofrecen drogas a menores y jóvenes.

De acuerdo a datos del PNUD entre 2006 y 2013 fueron detenidos cerca de 60 mil jóvenes de 17 años o menos en prisiones, instituciones penales o correccionales.

De acuerdo con una investigación realizada por el Banco Mundial a finales de 2015, en México existe una relación estrecha entre los ninis (jóvenes que no estudian ni trabajan) y la violencia, a través de su participación en el crimen organizado.

Los autores encuentran que existe una correlación positiva y significativa entre los ninis y las tasas de homicidios en los estados fronterizos con Estados Unidos, una región muy afectada tanto por el crimen organizado.

Por otra parte en este año, la Red por los Derechos de la Infancia en México reportó que en México, entre 25 mil y 35 mil menores de edad son reclutados de manera forzada y explotados laboralmente por organizaciones de la delincuencia organizada.

Asimismo, advirtieron que el incremento en el número de desapariciones de niñas menores de 17 años es alarmante, ya que de 2012 a 2014 subió el índice en 191.8%.

Estos son datos de “la otra justicia”, una realidad tangible, son personas con historias de vida únicas y reales.

¿Qué hacemos en esta construcción del Nuevo Sistema de Justicia Penal para revertir estas cifras?

Si el nuevo sistema no impacta en las historias de vida, en cada una de ellas, de poco servirá.

Y con esto quiero decir que en esta nueva etapa de consolidación, debemos arropar la implementación con algo más que técnica, algo más que leyes, algo más que infraestructura.

Estas cifras espantan, la realidad a veces asusta, pero el coraje ante la injusticia y el valor de haber emprendido este camino que está por cumplir 8 años, debe ser mayor que nuestro miedo.

Estos espacios de reflexión, pero principalmente de acción, nos deben dar ánimos para no caer en la paralización, en el conformismo.

Veamos el bosque completo, no solo el árbol, o una rama o peor aún, una hoja. No nos perdamos cosas secundarias, en habladurías e intrigas, en los vanos proyectos de carrera, en los vacíos planes de control.

Debemos empeñarnos, lo que si podemos alcanzar, en las esperanzas posibles. Hace 8 años muchos pensaron que la lucha era en vano.

Hoy estamos celebrando lo logrado, asumiendo los pendientes y entusiasmándonos por todo lo que estupor venir.

¿Cuál es nuestra responsabilidad, a partir de ahora, en la construcción del México que queremos?

Hablamos de un nuevo sistema, de una nueva etapa, ¿y nosotros? Cada uno de nosotros, ¿nos estaremos renovando?¿Qué estamos cambiando en nuestro modo de vida, en nuestra conducta pública o privada? Porque la justicia se lleva a cabo en, con y para las personas.

Si reemplazamos agua sucia de un estanque con agua sucia, de otro estanque, nada diferente va a pasar; no habrá un estanque limpio si no llevamos agua limpia.

¿Que implica renovarnos?

Cito al Papa Francisco en su discurso al Presidente de México: “Esto no es sólo asunto de leyes que requieran de actualizaciones y mejoras - siempre necesarias -, sino de una urgente formación de la responsabilidad personal de cada uno, con pleno respeto del otro como corresponsable en la causa común de promover el desarrollo nacional. Es una tarea que involucra a todo el pueblo mexicano en las distintas instancias tanto públicas como privadas, tanto colectivas como individuales.

Estar más cerca, más próximos, porque la principal amenaza de la esperanza es sentir que no le importamos al otro, al ciudadano ofendido, a la autoridad vituperada.

Renovar es mirar diferente, dejar la queja y la mezquindad.

Salir de nuestra zona de confort, redescubrir a México a través del otro, para dar un sentido verdaderamente humano a la justicia.

Utilicemos el diálogo como herramienta para construir, para encontrarnos en lo que nos une y no en lo que nos separa.

El Nuevo Sistema de Justicia Penal tendrá los efectos deseados si lo conforman personas renovadas que lo lleven a cabo.

La transformación cultural que presume la reforma no es algo ajeno a nosotros y que podemos observar, comienza desde nosotros mismos.

Solo en una renovación personal y de gremio (llámase organización civil, procuraduría, colegio de abogados, etcétera), lograremos efectos en los cambios en las instituciones, solo a través de los cambios en los hábitos y vicios personales para con la comunidad, logramos poner un cerco a la corrupción y a la impunidad.

Redoblemos esfuerzos y no dejemos de creer. Hemos logrado el primer paso, vienen con valor y alegría los siguientes. Los ciudadanos estamos comprometidos a seguir luchando, de manera corresponsable con el gobierno, para lograr la justicia que nos merecemos.

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