Panorámica sobre Seguridad y Justicia en Tamaulipas

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Importancia económica y geográfica de Tamaulipas

Tamaulipas se ubica en la región noreste de México, limitando al norte con el río Bravo, que forma la frontera natural con los Estados Unidos, al este con el Golfo de México, al sur con Veracruz, al suroeste con San Luis Potosí y al oeste con Nuevo León.

Cuenta con una superficie de 80 mil 249 km2, que lo convierten en el sexto estado más extenso del país y en el en el doceavo más poblado, al contar con una población de 3 millones 441 mil 698 habitantes, de acuerdo con la Encuesta Intercensal 2015 del INEGI.

Por su ubicación geográfica, que incluye más de 300 kilómetros de frontera con los Estados Unidos, Tamaulipas es un estado privilegiado para la realización de diversas actividades económicas, como da cuenta la importancia de su alto desarrollo comercial, manufacturero, agropecuario, ganadero, pesquero, minero e industrial, que en 2016 aportó al país el 3% del Producto Interno Bruto Nacional.

La principal actividad económica estatal la encabeza la industria manufacturera, pues en su territorio se encuentran instaladas 417 plantas que generan 214 mil empleos directos; seguida del sector servicios, que en 2015 registró 128 mil 700 establecimientos económicos del sector privado y paraestatal, que realizan actividades de pesca y acuicultura, construcción, comercio, transportes y comunicaciones, electricidad, agua y gas, manufacturas, servicios financieros y no financieros, educativos, de salud y alojamiento, entre otros.

No obstante, el comercio ocupa un lugar preponderante en la vida estatal pues, conforme a datos de 2015, por su territorio cruza el 39% del comercio exterior en camiones que transitan entre México y los Estados Unidos, generando una derrama estimada en aquel entonces en 171 mil millones de dólares, mientras que 51% del trasiego comercial se realiza a través del ferrocarril, generando ganancias, para el mismo año, por 45 mil millones de dólares.

Dentro de los más de 300 kilómetros de su franja fronteriza, Tamaulipas aloja 17 de los 32 cruces internacionales que tiene México a lo largo de la línea limítrofe con los Estados Unidos, incluyendo la garita más importante de la zona: la de Nuevo Laredo, por donde transitaban un millón 600 mil camiones de carga en 2015, convirtiendo a la entidad en nuestra más importante aduana terrestre y, junto con los puntos marítimos con que cuenta, en el estado que más aporta a la hacienda pública federal, mediante la recuperación de impuestos por concepto de comercio exterior.

Más aún, Tamaulipas tiene firmados 11 tratados comerciales con 44 países y 33 acuerdos para la promoción y protección recíproca del comercio. Por tal razón, no resulta extraño que por sus 17 cruces fronterizos y dos de sus principales puertos marítimos (Tampico y Altamira), se mueva el 30% del comercio internacional de México y que por la frontera entre Nuevo Laredo, Tamaulipas y Laredo, Texas, pase el 28% del tráfico comercial que se deriva del Tratado de Libre Comercio para América del Norte.1

Con sus más de 420 kilómetros de litoral, Tamaulipas cuenta con cuatro puertos (tres de ellos de giro comercial y uno pesquero) de los cuales tres se clasifican como puertos de altura; es decir, atienden embarcaciones, personas y bienes de navegación entre puertos o puntos nacionales e internacionales.

También, dentro de las costas tamaulipecas se encuentran dos de las más grandes reservas de gas natural con las que cuenta el país (el de la Cuenca de Burgos y el de San José de las Rusias), así como 3 puertos estratégicos donde se asientan importantes centros industriales y de petroquímica: Ciudad Madero, Tampico y Altamira.

Asimismo, dispone de una extensa red de comunicación terrestre, municipal y federal, que le comunica con sus centros de población, sus estados fronterizos y aledaños, abarcando una longitud carretera de 14 mil 014 km y 936.7 km de vías férreas. Adicionalmente, cuenta con cinco aeropuertos internacionales y 135 aeródromos.2

Por las características de sus asentamientos urbanos y su actividad económica, política y cultural, destacan los municipios de:

  1. Ciudad Victoria. Capital del estado y la sede de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del Estado de Tamaulipas.
  2. Reynosa. Ciudad más poblada del estado, que conforma la zona metropolitana Reynosa-Río Bravo-McAllen y es frontera con Hidalgo, Mission y Pharr, Texas, además de alojar la planta de la industria maquiladora más grande del noreste de México, y la tercera de toda la frontera México-Estados Unidos, así como un complejo procesador de gas de Petróleos Mexicanos.
  3. Matamoros. Ciudad fronteriza que conforma la zona metropolitana Matamoros-Brownsville Texas y que en 1955 fue denominada la “Gran Puerta de México”, además de alojar la segunda planta más importante de la industria maquiladora en el estado y el puerto de Matamoros.
  4. Nuevo Laredo. Ciudad que forma parte de la zona metropolitana con su ciudad “gemela”, Laredo, Texas. Considerada la “Capital Aduanera de Hispanoamérica” y la frontera terrestre más importante de México por su actividad comercial internacional.
  5. Tampico. Ciudad sede del cluster portuario más importante del estado y del Golfo de México, forma parte de la zona metropolitana más poblada del estado y es un importante centro comercial, educativo, hospitalario y de servicios de la región Huasteca.
  6. Ciudad Madero. Forma parte de la zona metropolitana de Tampico y aloja en su demarcación a la única refinería del estado.
  7. Altamira. Forma parte de la zona metropolitana de Tampico y alberga uno de los puertos industriales más importantes de México que, además, es el primer puerto a nivel nacional en el manejo de fluidos petroquímicos y el cuarto en el manejo de carga; y
  8. Mante. Principal ciudad de la zona sur del estado, después de la zona metropolitana de Tampico y considerada como un pilar en el impulso al desarrollo de los municipios que le circundan, debido a su importante actividad agrícola, ganadera, su pequeña y mediana industria y el comercio.


Asimismo, Tamaulipas cuenta dentro de su territorio con tres de las seis áreas binacionales ubicadas a lo largo de la frontera México-Estados Unidos: Reynosa-Mc Allen, Heroica Matamoros-Bronsville y Nuevo Laredo-Laredo.3

Tamaulipas: los orígenes políticos del narcotráfico y el crimen organizado

Por su ubicación geográfica, que incluye más de 300 kilómetros de frontera con los Estados Unidos, sus cinco ciudades fronterizas (Nuevo Laredo, Miguel Alemán, Reynosa, Río Bravo y Matamoros) y su extensa costa oceánica de más de 420 kilómetros, Tamaulipas ha sufrido históricamente el acoso de los grupos delictivos.

Durante las primeras décadas del siglo XX, para dar cause al tráfico de whisky, debido a la prohibición establecida durante el cuatrienio 1929-1933 en los Estados Unidos, y después para introducir el contrabando de aparatos electrónicos, ropa y bisutería del país vecino a México, ante el modelo económico de fronteras cerradas que imperaba en esos tiempos.

Dicha actividad, que no excluía el tráfico de marihuana y amapola, estuvo encabezada por Virgilio Barrera, primer narcotraficante que hasta finales de los años veinte operó en la región fronteriza del país, colindante con Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, y que una vez que fue detenido por el Ejército su lugar lo pasó a ocupar el tamaulipeco Juan N. Guerra, a la postre apodado el Padrino de Matamoros, quien en ese entonces contaba con tan sólo 14 años. Una década después, y de la mano de los experimentados testaferros de Virgilio Barrera, Juan N. Guerra, quien se consolidaría, durante varias décadas, como el principal traficante de tabaco y licor en el norte del país, edificó un imperio delictivo que incluía el tráfico de indocumentados, la compra y venta de armas, el cobro de piso a los lenones y todo tipo de delincuentes de la zona de tolerancia establecida en territorio tamaulipeco, así como el tráfico de marihuana y goma de amapola; enervantes que también se producían en territorio tamaulipeco, aunque en menores proporciones que en el llamado Triangulo de Dorado (región comprendida entre los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango), pero suficientes para convertirlo en un narcotraficante “competitivo”.

A la par que incrementaba sus actividades delictivas, a partir de los años cuarenta, Juan N. Guerra emprendió una intensa actividad de relaciones públicas con políticos locales y nacionales que al paso de los años le permitieron tejer una red de complicidad con las camarillas que serían parte fundacional del régimen político posrevolucionario en México —cuyos artífices nacieron precisamente en Tamaulipas— y del cual emergerían a lo largo de 60 años gobernadores, alcaldes, legisladores, procuradores de justicia, administradores de aduanas, dirigentes de partido y hasta un Presidente de la República.4

Dichas relaciones le permitirían encumbrarse, junto con su hermano Roberto, como los más grandes contrabandistas de armas, artículos comerciales y drogas —principalmente marihuana y goma de opio—, así como recibir diversos beneficios políticos e impunidad ante sus crímenes, como quedó demostrado con el asesinato de su esposa en 1947, la actriz Gloria Landeros, y del comandante de Resguardo Aduanal Octavio Villa Coss, hijo del general revolucionario y héroe nacional, Francisco Villa; la primera por motivos pasionales y el segundo derivado de un acto de venganza para contener una investigación de contrabando en contra de su hermano.5

La defensa de sus crímenes y la impunidad de que disfrutaba, estaban ligadas a las relaciones políticas que mantenía con personeros de los primeros círculos del gobierno tamaulipeco.

Por ejemplo, frente al crimen del hijo de Francisco Villa, la defensa de Juan N. Guerra estuvo encabezada por Francisco Castellano Tuexi, quien fungía como procurador del estado en ese momento y quien había sido gobernador de Tamaulipas (1929-1933) y posteriormente administrador de la aduana de Matamoros (1952-1958), así como por Raúl Morales Farías, padre de Raúl Morales Cadena, quien a la postre sería subprocurador de justicia bajo el gobierno de Américo Villareal Guerra (1987-1993) y después procurador en el gobierno de Manuel Cavazos Lerma (1993-1999).

Más aún, la influencia de Juan N. Guerra le valió para que en 1963, dentro de los círculos políticos tamaulipecos del más alto nivel, se contemplara postular a su hermano Roberto para ocupar la gubernatura de la entidad. Sin haber alcanzado el galardón gubernamental, que recayó en Praxedis Balboa Gojón (1963-1969), el premio de consolación que obtuvo le llevó a ser Jefe de la Oficina Fiscal de Tamaulipas, que era la instancia responsable de combatir el contrabando en el estado; con lo que los Guerra, narcotraficantes y asesinos, se hacían del primer cargo de público en el estado.

Años más tarde, en 1984, el hijo de Juan Nepomuceno, Jesús Roberto Guerra Velasco sería electo alcalde de Matamoros y le tocaría proteger los intereses del clan que ya eran comandados por uno de los más temidos líderes del Cártel del Golfo: Juan García Ábrego que, de facto, tendía sus tentáculos dentro de la estructura gubernamental del estado fronterizo.

El auge del narcotráfico y la irrupción del Cártel del Golfo

A Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas, “hombre de negocios” como solía autonombrarse, se le atribuye la fundación del llamado Cártel de Matamoros que, al paso de los años, devino en el Cártel del Golfo.

Como ya se ha señalado, en sus inicios, dicho grupo delictivo mantuvo el monopolio del tráfico de whisky, armas, aparatos electrónicos, trata de blancas, robo de automóviles y la operación de casas de apuestas en la zona fronteriza para, a partir de los años ochenta, sucumbir al próspero negocio del narcotráfico.

Conforme a diversas investigaciones, Don Juan, como solía ser llamado por sus allegados y conocidos, se caracterizó por ocupar ayudantes para la realización de sus actividades ilícitas tráfico y a valerse de su amplia red de relaciones con personajes de la vida política local y nacional, dentro de los que se llegaron a contar la de Raúl Salinas Lozano (padre de Carlos Salinas) y la del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina.

Conforme a diversas versiones periodísticas, fue gracias a la influencia y apoyo de personajes de esa talla que Juan N. Guerra logró convertir a su grupo en una organización integral de narcotráfico que a la larga tomaría el nombre de Cártel del Golfo (CDG). En dicho grupo, le dio acogida y protección a su sobrino, Juan García Abrego, quien al paso del tiempo convertiría en su lugarteniente.

A principios de los años ochenta Juan Nepomuceno presentaba serios problemas de salud y paulatinamente le fue cediendo el control del CDG a Juan García Abrego, dando paso a un relevo generacional que abriría camino al auge del narcotráfico en Tamaulipas y en todo México.

El Cártel del Golfo y la larga noche de horror en Tamaulipas

Juan García Abrego asumió en 1984 el control de las operaciones de narcotráfico que se realizaban desde Tamaulipas y pertenecían a su tío. Al poco tiempo negoció un acuerdo con el Cartel de Cali, encabezado por los hermanos Rodríguez Orejuela y sus socios José Santacruz Londoño y Helmer Herrera Buitrago, quienes buscaban nuevas rutas para ingresar cocaína a los Estados Unidos tras ver afectadas sus operaciones por la ofensiva antidrogas que los norteamericanos habían aplicada dentro de sus principales rutas caribeñas.

Pero más aún, con el afán de desplazar del control del mercado de la cocaína a su principal rival y competidor, el Cártel de Medellín, los de Cali buscaban con esta operación controlar el abastecimiento de cocaína hacia el mercado de los Estados Unidos, expandirse a nivel mundial y fijar los precios en el mercado internacional de las drogas.

El acuerdo con García Abrego y su CDG permitió a los colombianos instalar la infraestructura necesaria en territorio tamaulipeco para operar el trasiego de drogas hacia el país vecino, mientras que los tamaulipecos se ocuparían de los envíos de cocaína a través de la frontera mexicana, asumiendo todos los riesgos, a cambio de lo cual se quedarían con cerca del 50% de las ganancias.

Una vez que establecieron su acuerdo con el Cártel de Cali, los del Golfo instalaron su centro de operaciones en Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa, consideradas zonas fundamentales desde el punto de vista operacional y financiero por su cercanía con los Estados Unidos.

Más aún, los acuerdos entre el Cártel de Cali se extendieron a otros grupos mexicanos y al poco tiempo los cárteles de Tijuana y Juárez se consolidaban dentro de la red de distribuidores de cocaína en todo el norte del país y en breve tiempo Amado Carrillo, líder del Cártel de Juárez y sobrino de Ernesto Carrillo Fonseca, Don Neto, fundador del Cártel de Guadalajara y socio de Pablo Escobar Gaviria, se consolidaría como uno de los narcotraficantes más poderosos al operar una flota de aviones para el trasiego de cocaína de Colombia a México y los Estados Unidos. Lo que al paso del tiempo desencadenó una encarnizada lucha por el control de los mercados y las rutas de trasiego entre los cárteles mexicanos.

No obstante, de 1984 a 1996, durante los gobiernos de Américo Villareal Guerra y Manuel Cavazos Lerma, el CDG logró expandirse hacia 10 estados de la República: Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Jalisco, Zacatecas, Chiapas y el entonces Distrito Federal, así como construir una red de distribución de drogas de gran alcance en los Estados Unidos que comprendía de Houston a Atlanta y de Nueva York a Los Ángeles.6

A la par de su crecimiento y expansión el CDG, al igual que el de Juárez y Tijuana, replantearon su sociedad con los colombianos exigiéndoles una mayor control sobre la distribución de drogas en lugar de servir únicamente como transportistas.

A consecuencia de los nuevos acuerdos, se suscitó un fortalecimiento de las actividades delictivas que realizaba el CDG, lo que les llevó a convertirse en uno de los principales introductores de drogas a los Estados Unidos, que de acuerdo con estimaciones de la Procuraduría General de la República (PGR), comprendía el 30% del total de lo que se consumía en el país vecinos durante ese tiempo (más de 100 toneladas), proporcionándole multimillonarios ingresos anuales en dinero que debía ser transportado de nuevo a través de la frontera en maletas, jets y a través de túneles subterráneos.7

Bajo esta dinámica, hacia finales de los años noventa el CDG, al igual que los cárteles de Juárez y Tijuana, logró consolidar “una sofisticada red de distribución de cocaína, metanfetaminas y heroína que competían con el Cartel de Cali en tamaño, sofisticación e ingresos. Asimismo, pronto rivalizarían con sus contrapartes colombiana en términos de corrupción política, sobornando colaboradores en el gobierno, ministros, miembros de la policía federal e incluso de la Procuraduría General de la República (PGR)”.8

Sin embargo, y a pesar de su creciente poderío criminal, en 1996 la estructura organizativa del CDG se vio alterada con la detención y deportación a los Estados Unidos de Juan García Abrego (por ostentar la nacionalidad estadounidense) provocando un vacío de poder, la pérdida de la red de relaciones políticas, empresariales y policiacas de que disfrutaba y el inicio de un periodo de violencia por la disputa del control del cártel, que a la postre significaría una transformación radical en la forma de operar que tenían los cárteles en el país y el inicio de un largo periodo de violencia e inseguridad criminal en Tamaulipas y en gran parte del territorio nacional. Que se ha extendido por más de una década.

La disputa del narco en Tamaulipas

El encarcelamiento de García Abrego abrió la puerta a todo tipo de pronósticos y especulaciones sobre el destino del CDG, particularmente por parte de las autoridades del gobierno federal, quienes en voz del entonces coordinador general de Investigaciones de la PGR, José Luis Santiago Vasconcelos, sostenía que “El cártel del Golfo tiende a desaparecer. Sin cabeza, sin jefe, sin mando, ese grupo entrará en crisis y lo que vendrá será su desaparición. Cuando falta el líder toda la estructura se desordena, entran en conflicto sus integrantes y sobreviene la pugna por alcanzar el poder”.

Y no le faltaban razones al funcionario, pues efectivamente, después de la detención y deportación a los Estados Unidos de Juan García Abrego Tamaulipas vivió un periodo de violencia protagonizado por grupos del CDG, quienes entraron en disputa por el control de la organización así como por la creciente presencia de sus rivales del Cártel de Juárez, encabezado por Amado Carrillo, El señor de los cielos, quien pese a tener acuerdos con García Abrego para el control del territorio, se incorporaba a la disputa.

La lucha por el control del CDG se prolongó por espacio de tres años, de 1996 a 1999, en medio de crímenes ligados a los grupos en disputa, ejecuciones de policías ligados al cártel, sucesivos liderazgos temporales y una ola de inseguridad para la población, hasta que se emergió el violento liderazgo del sustituto de García Abrego: Osiel Cárdenas Guillén.9

El liderazgo de Cárdenas Guillén emerge de la disputa entre dos fracciones del CDG, una encabezada por Antonio Nolasco El Comandante, y la otra por Salvador Gómez Herrera El Chava Gómez. Disputa que concluyó en 1997 mediante un enfrentamiento armado que derivó en la muerte de El Comandante. A partir de entonces, Cárdenas Guillén y El Chava Gómez se hicieron del control del CDG.

La biografía de Cárdenas Guillén resulta de singular importancia para conocer la evolución que tendría el CDG a partir de su liderazgo, sus repercusiones en la vida de Tamaulipas y las consecuencias futuras de las actividades criminales de los cárteles de las drogas y grupos de la delincuencia organizada en México.

Osiel Cárdenas, El Mata amigos

Al igual que Juan García Abrego, Osiel Cárdenas Guillén, conocido como El Señor, El Ingeniero, El Chaparro o El Mata Amigos, es familiar de Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas.

Conforme a diversa versiones periodísticas, Cárdenas Guillen colaboró como informante, o madrina, de algunos comandantes de la PGR comisionados en Tamaulipas, particularmente en los municipios de Matamoros, Reynosa y Miguel Alemán. También, se dice, lo hizo de manera extraoficial como entrenador de perros en la misma PGR, antes de incursionar plenamente en las actividades del CDG a partir de 1996.

Calificado de ambicioso, violento y despiadado, a Osiel Cárdenas se le adjudica el haber eliminado en 1998 al Chava Gómez, su socio en la conducción del CDG y a partir de entonces iniciar una meteórica carrera criminal que en cinco años le permitió someter a todos sus competidores, afianzar su sociedad con los cárteles colombianos y a constituirse en la pieza criminal más sanguinaria del México contemporáneo.

Para ello, creó una estructura organizativa de corte vertical, constituida por células comandadas por su mejores lugartenientes, a quienes les imponía respeto y lealtad mediante métodos que contemplaban tanto ostentosos regalos (joyas, autos, dineros, fiestas) como atroces castigos, que se extendían a quienes consideraba traidores, desertores, soplones, infiltrados o enemigos.

Su meticulosa organización comprendía una sofisticada división del trabajo en la que grupos como Los Sierra y Los Tango se hacían cargo del trasiego de drogas, otros grupos controlaban las pistas de aterrizaje clandestinas, robaban automóviles e intervenían líneas telefónicas.

Otros más negociaban con los colombianos, rescataban a sus cómplices que habían sido apresados, enfrentaban a las Maras que les hacían competencia en el tráfico de drogas y otros se encargaban del tráfico de indocumentados, de la venta de protección, cobro de piso y del secuestro.

No obstante los elevados beneficios obtenidos a través de sus violentos métodos, Osiel Cárdenas arrastraba temores por su seguridad y la de sus intereses, tanto por lo arriesgado de sus operaciones como por el creciente número de enemigos que tenía. A juicio de muchos de sus biógrafos, fue su obsesión por la seguridad lo que le llevó a integrar un selecto grupo de guardaespaldas que en sus orígenes fue conformado por desertores del Ejército Mexicano, pertenecientes al Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFES) y al Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales del Ejército (GANFES).10

La irrupción de los Zetas

La integración de Los Zetas, se debe a Arturo Guzmán Decena, militar desertor del Ejército mexicano, quien comenzó a trabajar con Osiel Cárdenas en 1999 y a quien éste le encomendó la tarea de crear un brazo armado que sirviera de respaldo al CDG.

Guzmán Decena inició la integración del grupo de sicarios reclutando desertores del Ejército que habían pertenecido al 15º y 70º Batallón de Infantería y al 15º Regimiento de Caballería Motorizada.

De acuerdo con fuentes del gobierno estadounidense, por su entrenamiento táctico-militar, los cuerpos militares a los que pertenecían Los Zetas constituyen una versión mexicana de los Boinas Verdes, que fueron entrenados por especialistas estadounidenses, franceses e israelíes en despliegues rápidos, ataques aéreos, puntería, emboscadas, recopilación de inteligencia, técnicas de contravigilancia, rescate de prisioneros, comunicaciones sofisticadas y el arte de la intimidación.11

De forma tal que, para el CDG, el contar con una estructura armada integrada por exmilitares de élite le otorgó una ventaja sobre sus rivales y competidores, así como garantías tácticas adicionales para sus actividades de trasiego de drogas.

Esta situación permitió que Osiel Cárdenas estableciera una línea de seguridad personal de tiempo completo, integrada por gente de sus confianza y Los Zetas, en la que se encontraba Jorge Eduardo Costilla Sánchez, El Coss, Rogelio Garza García, El Roger, Gregorio Sauceda Gamboa, El Goyo, Baldomero Ruiz, El Viejo Fox, y Juan Carlos Reyna, El JC.

En tanto que en Arturo Guzmán Decena, el Z1, creador del brazo armado, recaería la dirección de Los Zetas y el encargo de eliminar a los rivales de Osiel, en compañía de gente como Alejandro Betancourt, el Z2, y Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca o Z3, entre otros.

Al paso de los años, algunos de estos últimos pasarían a ocupar puestos de relevancia en la dirección del CDG, una vez que Osiel Cárdenas fue detenido y encarcelado, en 2003, y más tarde cuando se suscitaron las disputas internas por el control del cartel, que terminaría con la separación de Los Zetas del CDG y el inicio de una sangrienta guerra por el control de Tamaulipas y la hegemonía del tráfico de drogas en México.12

La inclusión de Los Zetas en la estructura del CDG permitió que Cárdenas Guillen consolidara su hegemonía criminal en Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León y Veracruz en sólo tres años (1999-2002) y extender sus redes internacionales al ampliar sus vínculos con traficantes de Colombia, Guatemala, Perú y Venezuela.

Ya consolidado como el principal cártel del país, el protagonismo de Los Zetas cobró mayor relevancia al ser utilizado para cobrar deudas, asegurar el suministro de cocaína, las rutas de tráfico y las zonas donde se asentaron (conocidas como plazas) para desalentar las deserciones del cártel y ejecutar a sus enemigos, a menudo con un salvajismo nunca antes visto.

En la ruta de su expansión territorial, el CDG recogió la experiencia de los integrantes de su brazo armado, Los Zetas que, como exmilitares, (…) sabían que su estrategia expansiva debía desplegarse sobre todo en dos frentes, el armado y el propagandístico. Por ello trajeron de Guatemala a miembros de un equipo de élite: los Kaibiles, famosos por sus métodos para infundir terror.

Los Kaibiles trajeron consigo el uso extensivo de la tortura, la decapitación y el descuartizamiento. Y los medios les siguieron el juego. Comenzó así una espiral de terror. Los otros cárteles, para no quedarse atrás, comenzaron a imitar sus métodos, importaron a los Maras salvadoreños, se perfeccionaron en el terror. El resultado lo tenemos a la vista.13

El poderío de Los Zetas

El poderío de Los Zetas Por su origen como individuos y su conformación como grupo criminal, Los Zetas se caracterizaron por ser distintos a la mayor parte de las organizaciones criminales que habían existido en México hasta el año de 1999. Esto se debe a que, como hemos señalado, su célula original estaba conformada por antiguos miembros del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), del Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (GANFE) y de la Brigada de Fusileros Paracaidistas (BFP) del Ejército mexicano, que habían pertenecido al 15º y 70º Batallón de Infantería y al 15º Regimiento de Caballería Motorizada, y que habían sido entrenados en estrategias subversivas para combatir la insurgencia de los zapatistas, en Chiapas, aunque no fueron utilizadas para ello y que, por su alta especialización militar, fueron enviados al norte del país para realizar operaciones contra el narcotráfico, en el marco de los acuerdos suscritos entre el gobierno mexicano y el de los Estados Unidos.

Su nombre deriva de las claves de identificación radial que utilizaba el grupo militar para comunicarse entre ellos, donde Zeta era la clave del alto comandante de las GAFE en las ondas radiales.

El entrenamiento militar, dominio de tácticas y rudeza con que contaban Los Zetas, que ha llegado a ser considerado como el primer ejército formado por un grupo criminal, permitieron al CDG convertirse, en un periodo de tres años, en una fuerza nacional y a su líder, Osiel Cárdenas, en el jefe del cartel más temido del país.

Durante ese breve lapso, el CDG, bajo la batuta de su líder, buscó consolidar las operaciones y predominio de organización, tanto en el norte de México y el sur de los Estados Unidos, e iniciar su expansión hacia regiones del centro de la República que no tenían dominadas; particularmente hacia el puerto de Acapulco, en el estado de Guerrero, que se vendría a sumar a las zonas y regiones que ya tenían bajo su control: Tamaulipas y sus cuatro punto fronterizos —Nuevo Laredo, Reynosa, Miguel Alemán y Matamoros—, las rutas para el trasiego de la cocaína que entraba al país desde Guatemala, tanto por vía terrestre como marítima, y que hacía suponer que el CDG contaba con una red de transporte y protección que abarcaba amplios territorios interestatales de la República mexicana: de sur a norte, de Campeche a Veracruz, pasando por Chiapas y Tabasco hasta Tamaulipas.

Posteriormente, abrirían la ruta Pacífico-Tamaulipas, que iniciaba en Guerrero y Michoacán, cruzaba el Bajío, seguía por San Luis Potosí y Zacatecas hasta Torreón, luego Saltillo, Monterrey y, de allí, a cualquiera punto de las fronteras tamaulipecas. Las dimensiones organizativas, así como el poder económico y militar con que contaba el CDG, propiciaron que Osiel Cárdenas optara por segmentar el control territorial de Tamaulipas entre sus testaferros de Los Zetas, para fortalecer sus líneas de operación local y enfrentar la competencia de los carteles y bandas rivales que operaban en la zona y en los estados vecinos a Tamaulipas, y que luchaban por arrebatar el control de rutas y territorios al CDG.

De esta forma, a Eduardo Costilla, El Cos, le fue asignado el control de Matamoros; a Gilberto García Mena, El June, el municipio de Miguel Alemán; a Gregorio Sauceda, El Goyo o El Caramuelas, Reynosa y a Efraín Torres, el Z-14, Díaz Ordaz. También, incluyó entre su circulo de influencia a Ezequiel Cárdenas, conocido como Tony Tormentas, su hermano menor.

Dicho grupo se vendría a sumar al personal operativo con que contaba la organización, entre los que se contaban: choferes, mecánicos, operadores de sistemas de comunicación, recolectores de cuotas, contadores, burreros (que pasaban la droga a los Estados Unidos) e informantes, sicarios, entrenadores de sicarios y compradores de armas; además de contratar a un equipo de contadores, abogados, periodistas y pilotos, con lo que se dio inicio al trasiego de droga por avión y una época de terror en Tamaulipas.

Como frente armado del CDG recibieron la encomienda de “proteger” Nuevo Laredo, la ciudad más importante para el cartel, al ser considerada en el mundo del narcotráfico como la joya de la corona, pues los cuatro puentes entre Nuevo Laredo y Laredo, Texas, son el paso fronterizo más importante del continente americano, por el que transitaban un millón 600 mil camiones de carga en 2015, como se ha señalado antes.

Como vía de acceso a los mercados de Estados Unidos, Nuevo Laredo es un punto estratégico para el comercio legal e ilegal, pues el 80% de la actividad económica en la ciudad se realiza a través de la Agencia Aduanal y el Transporte.

De forma tal que quien controla los cruces fronterizos está en posición de fuerza frente a cualquier organización, mexicana o extranjera, para negociar el paso de la droga. Más aún cuando se sabe que el 5.1% del comercio nacional que se realiza con Estados Unidos por vía carretera y 14.6% por vía ferroviaria entra por las garitas de Nuevo Laredo.14

La primer muestra de la barbarie de los Zetas tendría lugar en 1999, cuando se les encomendó asesinar a Rolando López Salinas, El Rolys, líder de una banda de narcotraficantes que competía con el CDG, a quien encontraron en una casa con toda su banda, lo rodearon y para asesinarlos volaron un tanque de gas con todas las personas que se encontraban dentro.

En 2001, bajo un escenario dominado por las pugnas entre los carteles de Tijuana y de Juárez contra el CDG, al que se sumaron un importante número de pequeñas bandas de narcotraficantes, la situación en Tamaulipas se vería agravada debido a que El Chapo Guzmán, quien recién se había fugado del penal federal de Puente Grande, junto con Arturo Beltrán Leyva decidieron arrebatarle a Osiel Cárdenas el control de Nuevo Laredo.

Para ello, Guzmán Loera convocó a un cónclave mafioso en Cuernavaca, Morelos, en el que participaron “cerca de 25 personas entre las que destacaron Vicente Carrillo Fuentes, jefe del cártel de Juárez y sus socios, Vicente Zambada Niebla y Alfredo Beltrán Leyva quien acudió en representación de Juan José Esparragoza, El Azul. Otro de los asistentes fue Ismael Zambada García, El Mayo, en aquel entonces líder del cártel de Sinaloa”. El tema del encuentro: "La reestructuración de la organización en todo el país para el tráfico, traslado y acopio de drogas", lo cual incluía apropiarse de Nuevo Laredo.15

La disputa por Nuevo Laredo recayó en Edgar Valdés Villarreal, La Barbie, a quien le fue autorizado contratar a integrantes de la Mara Salvatrucha y desplegar una estrategia de sobornos y compra de lealtades entre la policía, que incluyó al director de operaciones especiales de la AFI, Domingo González Díaz, quien según la PGR recibió 1.5 millones de dólares para fungir "como intermediario para destituir al comandante de la AFI en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y en su lugar poner a alguien que protegiera a la organización delictiva de los Carrillo Fuentes, además de expulsar a la banda de sicarios llamados Los Zetas".

Así, Tamaulipas se convirtió en la zona fronteriza más peligrosa del país. De acuerdo con datos publicados por la revista Proceso, bajo las circunstancias antes señaladas en el año 2000, de los 179 homicidios que se cometieron en Reynosa, 68 estuvieron relacionados con el narcotráfico.

En tanto que en el municipio de Miguel Alemán fue ejecutado el comandante de la Policía Rural estatal, Pablo Gaytán, El June, y horas después fueron encontrados muertos los cuatro sicarios que lo habían ultimado, dando inicio a una investigación en contra de policías ministeriales, bajo la sospecha de que habían participado en el homicidio.

En Nuevo Laredo, las bandas de Los Chachos y Los Texas —la primera al servicio del cártel de Juárez y la segunda al del Golfo— se enfrentaron por el control del municipio. En mayo del mismo año, fue asesinado Dionisio García Román, alias El Chacho, líder de la primera banda. En tanto que el 20 de agosto, los Zetas ingresaron al hospital San José de esa ciudad y ejecutaron a Ismael Flores Godínez, alias El Mayelo, también ligado a Los Chachos.

El 9 de julio, fueron asesinados el comandante de la Policía Ministerial del estado, Jaime Yáñez Cantú, y el policía preventivo Gerardo Gascón Sotero, en tanto que en Matamoros, unos días antes, Los Zetas irrumpieron en las oficinas de la Policía Ministerial para rescatar a Rafael o Hugo Ponce, presunto integrante del cártel del Golfo

El 23 de noviembre se registró un tiroteo en la sede de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud (FEADS), a raíz del cual murió el policía estatal Jorge Córdoba Martínez Hubo siete detenidos, algunos de ellos exjudiciales del estado.

En 2002, los ajustes de cuentas cobraron la vida de 57 personas en la zona fronteriza de Tamaulipas, 37 de los cuales se cometieron en Nuevo Laredo, todos ellos relacionados con grupos del narcotráfico; en tanto que entre abril y noviembre del mismo año se reportaron 51 “levantones”, cuyos ejecutores eran miembros de comandos bien organizados que, vestidos de negro y con armas de alto poder, interceptan a sus víctimas en la calle o los sacaban de sus domicilios y las desaparecían. Al cabo de poco tiempo, se dio cuenta que dicha estrategia era parte del modus operandi de Los Zetas.

Meses después, durante los últimos días del año, un comando de 50 hombres armados con fusiles de asalto irrumpió en el penal de Matamoros, con una orden de liberación, supuestamente apócrifa, y liberaron a cuatro sicarios del cártel del Golfo.16

Durante el año 2002, de la mano de Los Zetas, el CDG había afianzado y extendido su hegemonía desde Tamaulipas a Nuevo León, Coahuila, Veracruz, Tabasco e iniciado sus expansión hacia Guerrero, Michoacán, Jalisco, Colima, Nayarit, Sinaloa, Sonora, Durango y Baja California.

Peor aún, sus tentáculos se extendieron hasta Guatemala, donde empezaron a reclutar a grupos de desertores del ejército guatemalteco, los tristemente célebres kaibiles, las sanguinarias fuerzas militares de elite, especializadas en el combate a guerrillas y conocidas por salvajes métodos de decapitación y tortura.

La llegada de los kaibiles a las filas de Los Zetas y del CDG potenció al máximo la espiral de violencia utilizada por el narcotráfico; no sólo en Tamaulipas, sino en varios estados y regiones del país, marcando una etapa de terror nunca antes visto.

En lo particular, Tamaulipas fue testigo de espeluznantes estampas de violencia con balaceras a plena luz del día, “levantones” a la vista de todos, ejecuciones, decapitamientos, narcomantas con amenazas a los rivales del CDG o con llamados a los militares y exmilitares a sumarse a las filas de Los Zetas y narcofosas, entre otras muchas atrocidades.

Así, 2003 acumuló 240 secuestros y desapariciones forzadas en los 10 municipios tamaulipecos de la frontera, y las ejecuciones, de 1999 a 2004, llegaron a 303. También la disputa entre cárteles por el control fronterizo se extendió a Ciudad Reynosa, Tampico y Ciudad Victoria, a la par que Los Zetas ampliaban su radio de influencias en la organización y actividades del CDG.

No obstante, durante el mismo año Osiel Cárdenas fue arrestado y enviado a una prisión; aunque con ello no perdió el control del CDG ni de Los Zetas, estos últimos ampliaron su participación en el jugoso negocio del narcotráfico, el robo, la extorsión, el “cobro de piso” el secuestro, la piratería, comenzaron a separarse del CDG y a consolidar su poder y control del trasiego de drogas en Nuevo Laredo bajo el liderazgo de Heriberto Lazcano, alias El Lazca o Z3.

En 2004 Osiel Cárdenas nombró a su hermano Antonio, Tony Tormenta, como su sucesor, al tiempo que los líderes de los cárteles rivales, El Chapo Guzmán, de Sinaloa, y Vicente Carrillo, de Ciudad Juárez, recrudecieron su disputa por el control de Tamaulipas, iniciando la disputa del territorio en Nuevo Laredo, lo que significó la propagación de la violencia por varios estados del país.

En respuesta a la cruenta disputa criminal, el gobierno federal lanzó el operativo México Seguro en junio de 2005, el cual logró sofocar el conflicto en Tamaulipas en pocos meses. Mientras en Michoacán se vislumbraba una nueva crisis en donde Los Zetas también eran protagonistas.

El protagónico papel que jugaron Los Zetas en la disputa por Tamaulipas desempeñaron en estos años sirvió como telón de fondo para consolidar el liderazgo de El Lazca y su ambición de participar con mayores porcentajes de las ganancias que obtenía el CDG.

En 2007 Osiel Cárdenas fue extraditado a los Estados Unidos y tras fracasar una negociación por el reparto de las plazas y rutas del narcotráfico entre Los Zetas y el CDG, se desencadenó una cruenta guerra entre antiguos aliados, con enfrentamientos que tuvieron como escenario las ciudades de Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa.

El enfrentamiento más significativo ocurrió el 24 de enero de 2010 en Reynosa, en el que resultó muerto Sergio Mendoza, El Concord 3, hombre cercano a Lazcano. En respuesta por el asesinato Lazcano lanzó un ultimátum para que el CDG entregara a los responsables.18

Los números del terror narco en Tamaulipas

Un recuento de Milenio Diario, realizado en abril de 2017, informaba que, con registros compilados por el propio medio e información proporcionada por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y la PGR, en una década (2007-2017) se ejecutaron a 2 mil 757 personas en Tamaulipas, se localizaron 200 cuerpos en 48 fosas clandestinas, se perpetraron mil 284 secuestros y mil 459 extorsiones.19

Conforme a los registros nacionales, entre 2007 y 2012 desaparecieron seis mexicanos al día, cifra que se elevó a 13 durante el periodo 2012-2018; en tanto que en la última década, 2008-2018, en Tamaulipas desaparecieron casi 6 mil personas y se localizaron menos de 200.

Más aún, Recientemente la oficina en México del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (ONU-DH) documentó la desaparición de 21 hombres y dos mujeres en Nuevo Laredo, Tamaulipas, entre febrero y el 16 de mayo de 2018.20

Sin embargo, según una organización local de derechos humanos, se habrían registrado al menos 40 casos en ese periodo. En un comunicado indicó que de acuerdo con testimonios recibidos por la ONU-DH, la mayoría de las desapariciones habrían sido perpetradas entrada la noche o al amanecer, por miembros de una fuerza de seguridad federal.21

Asimismo, se localizaron 2 mil 985 tomas clandestinas en ductos de hidrocarburos y el Ministerio Público aseguró mil 959 vehículos y se reportó que Tamaulipas es la entidad donde más efectivos militares han muerto en el combate a la delincuencia organizada, pues de diciembre de 2006 a enero de 2017 murieron 118 soldados de los 492 que se registraron en diez años de guerra contra el narcotráfico.

Los municipios y poblados donde ocurrió el mayor número de muertes de militares fueron: Aldama, Ciudad Reynosa, Miguel Alemán, Ciudad Victoria, Los Comales, Ciudad Mier, Nuevo Laredo, San Fernando, Altamira, Matamoros, Río Bravo, Tampico, Abasolo, Villagrán, Santander Jiménez, Hidalgo, Valle Hermoso, Ciudad Guerrero y Camargo.

Con relación a los grupos delictivos ligados al narco que actúan en Tamaulipas, en mayo de 2016, la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, (SEIDO) y el Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI) de la PGR informaron que existían 16 grupos pertenecientes al CDG: Los Metros, Rojos, Grupo Lacoste, Grupo Dragones, Grupo Bravo, Grupo Pumas, Grupo de Apoyo Ceros, M3, Los Fresitas, Los Sierra, Los Pantera, Ciclones y Los Pelones.

En tanto que de Los Zetas existían 10 células: Sangre Zeta, Grupo Operativo Zeta, Comandos Zeta, El Círculo, El Extranjero, Unidad Zeta, Néctar Lima, Grupo Delta Zeta, Fuerzas Especiales Zeta y cártel del Noreste.

En 2017, dichas instituciones reportaron que producto del combate a la delincuencia y el ajuste de cuentas entre ellas, se logró desarticular 15 células y que sólo seguían operando, por parte del CDG: Los Metros, cuya zona de operación se localizaba en Reynosa; Los Rojos, en Matamoros, Grupo Dragones , en Tampico; Los Fresitas, que operaban en todo el estado, al igual que Los Ciclones; en tanto que Los Pelones y Los Talibanes trasladaron sus operaciones a Quintana Roo.

En tanto que Los Zetas seguían operando en todo el estado pero ahora sólo con tres células: Grupo Operativo Los Zetas, Operativo Zetas y Fuerzas Especiales Zetas.

RADIOGRAFÍA DEL SISTEMA DE SEGURIDAD Y JUSTICIA

Situación penitenciaria

Tamaulipas cuenta con 7 centros penitenciarios estatales y un Centro Federal de Readaptación Social, el Cefereso Nº 3, unicado en el municipio de Matamoros.

De acuerdo con datos del Cuaderno Mensual de Información Estadística Penitenciaria Nacional, publicado por el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS), correspondiente al mes de enero de 2017, los 7 centros estatales cuentan con espacio para albergara a 7 mil 050 internos y una población penitenciaria de 5 mil 665, de los cuales 299 son mujeres.

En tanto que el Cefereso Nº 3 cuenta con 836 espacios pero se encuentra desocupado desde abril de 2016, con el propósito de realizar trabajos de adecuación y modernización; motivo por el cual los internos fueron trasladados temporalmente a otros centros penitenciarios federales.

Pese a contar con un alto índice delictivo y la presencia de un alto número de células delictivas, el sistema penitenciario sólo presenta el problema de sobrepoblación en 2 de sus 7 Centros de Ejecución de Sentencias: el CEDES Reynosa y el CEDES de Ciudad Victoria, conforme a datos del Cuaderno Mensual de Estadística Penitenciaria Nacional, correspondiente a enero de 2017.

No obstante, desde que la CNDH inició sus ejercicios evaluatorios anuales del sistema penitenciario nacional, en 2006, Tamaulipas ha visto desmejorar progresivamente sus calificaciones, hasta colocarse, en 2016, como uno de los tres estados con los penales peor evaluados.

En 2006, durante el primer ejercicio evaluatorio, el sistema penitenciario tamaulipeco obtuvo una calificación reprobatoria de 5.66; en 2007 subió su calificación a 7.00 y la mantuvo al alza durante tres años consecutivos: 2008 a 2010, donde obtuvo calificaciones aprobatorias de 7.58, 7.75 y 8.4, en 2010, donde se colocó entre los cinco estados con mejor calificación aprobatoria, para iniciar, en 2011, una acelerada caída que lo colocó en 5.88; durante 2012 bajó a 5.67, en 2013 a 5.37, en 2014 a 5.14, en 2015 a 5.29, en 2016 a 4.95 y, finalmente, a 4.71 en 2017.

Durante el ejercicio evaluatorio realizado por la CNDH durante 2016 y publicado en 2017, se visitaron 4 centros penitenciarios en Tamaulipas: Matamoros, Reynosa, Nuevo Laredo y Ciudad Victoria. Los cuatro obtuvieron calificaciones reprobatorias, siendo el centro penitenciario de Ciudad Victoria el peor evaluado, con una calificación de 4.01 y el de mayor puntaje el de Nuevo Laredo, con 5.31.

De los cuatro centros, sólo el de Ciudad Victoria presentaba, en ese momento, problemas de sobrepoblación pero los cuatro presentaban deficiencias en las condiciones materiales de higiene para alojar a las personas privadas de la libertad, deficiencias en su instalaciones de atención médica, de la cocina y el comedor, así como condiciones de ingobernabilidad, que se derivan de las ineficiencias que se detectaron en la normatividad que rigen en cada uno de los centros, la falta de personal de seguridad y custodia, deficiencias en el proceso de imposición de sanciones disciplinarias y debido al ejercicio de funciones de autoridad por parte de los internos.

PERCEPCIÓN DE SEGURIDAD CIUDADANA

De acuerdo con datos proporcionados por la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (ENVIPE) 2017, se estima que el 22.7% de los hogares de la entidad tuvo al menos una víctima del delito durante 2016.

En tanto que la tasa de víctimas del delito por cada 100 mil habitantes, para la población de 18 años y más, se ubicó en 19 mil 428; mientras que a nivel nacional fue de 28 mil 788 por cada 100 mil.

La ENVIPE 2017 estima que 67% de la población tamaulipeca de 18 años y más considera la inseguridad como el problema mayor que aqueja a su entidad, seguido del aumento de precios, con 39.3%, y el desempleo, con 48.7 por ciento.

En tanto que 38.5% de la población de 18 años y más considera que vivir en su entorno más cercano, colonia o localidad, es inseguro, mientras que 75.3% considera que el espacio donde más se sienten inseguros es en los cajeros automáticos ubicados en la vía pública.

Asimismo, 39.8% identifica como primer conducta antisocial en los alrededores de su vivienda el consumo de alcohol en la calle, en segundo lugar el consumo de drogas, los disparos frecuentes, la venta de droga, el pandillerismo y las extorsiones o cobro de piso.

Respecto a la confianza que dicen sentir en las autoridades de seguridad púbica, seguridad nacional, procuración e impartición de justicia, 88.8% de la población dijo que identifica a la Marina como la autoridad que mayor confianza le inspira, seguida del Ejército (84.4%), la Policía Federal (70.6%), la PGR (63.8%), los jueces (59.1%), el Ministerio Público y la Procuraduría estatal (57.4%), la Policía Estatal (55.0%) y la Policía Ministerial o Judicial (53.1%).22

INCIDENCIA DELICTIVA 2017

De acuerdo con datos proporcionados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), con información remitida por los Agentes del Ministerio Público, durante 2017 se cometieron un millón 807 mil 842 delitos del fuero común a nivel nacional, de los cuales 47 mil 163 se suscitaron en Tamaulipas; cifra que representó el 2.60 por ciento.

De los delitos cometidos:

5 mil 935 fueron robos con violencia (12.58%).
2 mil 604 fueron robos con violencia a vehículo (5.52%).
1 mil 268 fueron robos con violencia a negocios (2.68%).
1 mil 624 fueron homicidios (3.44%) y de ellos 805 fueron homicidios dolosos (1.7%).
Y 140 fueron secuestros (0.2%).

CIFRA NEGRA

La ENVIPE 2017 estimó que durante 2016 se cometieron 31.1 millones de delitos en el país; Tamaulipas registró una tasa de 19 mil 428 victimas por cada 100 mil habitantes.

Asimismo, se estima que, durante 2016, sólo se denunciaron 8.9% de los delitos, de los cuales en 52.% el Ministerio Público inició averiguación previa o carpeta de investigación. Es decir, que del total de los delitos, sólo se inició averiguación previa en 4.6% de los casos.

Mientras que en 49% de los casos en los que el Ministerio Público inició averiguación previa no pasó nada o no se continuó con la investigación.

Dentro de las razones que las víctimas señalaron para no presentar denuncia ante las autoridades, se destaca la Pérdida de tiempo, con 24.3%, y la Desconfianza en la autoridad, con 17.3 por ciento.

PERSONAL DESTINADO A LA SEGURIDAD PÚBLICA

Para el cumplimiento de las funciones de seguridad pública, en 2015 Tamaulipas contaba con una tasa de 87.69 policías preventivos por cada 100 mil habitantes, de los cuales el 90.6% había aprobado las evaluaciones de control y confianza que se les aplicaron en 2015; asimismo, el sistema de seguridad pública estatal contaba con 25 Cámaras de vigilancia en vía pública por cada 100 mil habitantes y ejerció un presupuesto de 2 mil 909 millones 667 pesos para la operación de las instituciones de seguridad pública.23

Conforme a la información proporcionada por la Secretaría de Gobernación, en diciembre de 2017, mediante el Diagnóstico Nacional sobre las Policías Preventivas de las Entidades Federativas, el número de elementos operativos en activo —excluyendo a personal administrativo, a policías municipales y a elementos adscritos a Instituciones de Procuración de Justicia o del Sistema Penitenciario— con los que cuenta la policía preventiva estatal en Tamaulipas, en relación con su población, es de 1.0 elementos por cada mil personas.

Cifra que resulta insuficiente, debido a que el estándar mínimo aceptable, que resultó de la evaluación nacional realizada por la Comisión Nacional de Seguridad, es de 1.8 policías por cada mil habitantes.

A la insuficiencia de elementos policiales, se suman las carencias de equipamiento e infraestructura que presentan las academias o institutos de formación policial existentes en el estado; las precarias condiciones salariales que enfrentan los elementos policiales, que en Tamaulipas perciben ingresos de 13 mil 436 pesos mensuales, así como la falta de estímulos y estrategias de desarrollo policial.24





1INEGI, Anuario Estadístico y Geográfico de Tamaulipas 2017, México 2017, consultado en: http://internet.contenidos.inegi.org.mx

2CONCANACO/SERVYTUR, Indicadores Tamaulipas 2017, México, 2017, consultado en: http://www.concanaco.com.mx/documentos/indicadores-estados/Tamaulipas.pdf

3Editorial OX, Municipios de Tamaulipas, consultado en: http://www.editorialox.com/tamaulipas.htm

4José Luis cabrera García, 1920-2000. ¡El pastel!, Parte uno, México, Palilibro, octubre de 2012, consultado en Libros en Google Play.

5Ignacio Alvarado Álvarez, Una historia de narcopolítica, El Universal, 17 de junio de 2012.

6Gustavo García Castillo y Armando Torres, La historia del cártel del Golfo, La Jornada, 15 de marzo de 2003.

7Cae mayor narco de México, El Tiempo, 16 de enero de 1996.

8InSigth Crime, Cártel del Golfo, 18 de junio de 2015.

9Ignacio Ramírez, La disputa por el narcopoder, El Universal, 10 de abril de 2000.

10José Reyez, Las operaciones secretas del cártel del Golfo, Contralínea 579, agosto 30 de 2009.

11George W. Grayson, Los Zetas: el ejército despiadado engendrado por un cártel mexicano de drogas, Foreingn Police Reserchs Institute, 13 de mayo de 2008.

12José reyez, op. cit. .

13Ricardo Ravelo, Osiel. Vida y tragedia de un capo, citado en: Fernando García Ramírez, El cártel de Sinaloa de Diego Osorno, Osiel vida y tragedia de un capo de Ricardo Ravelo, Letras Libres, 30 de abril de 2011.

14Mariana Álvarez, Aduanas de la frontera norte dinamizan exportaciones, El Economista, 3 de enero de 2018, consultado en: https://www.eleconomista.com.mx

15Guillermo Valdez Castellanos, El nacimiento de un ejército criminal, Nexos, septiembre de 2013.

16Tamaulipas: las narco desapariciones, Revista Proceso, 18 de enero de 2003, consultada en: https://www.proceso.com.mx/188930/tamaulipas-las-narco-desapariciones

17Tamaulipas, el reino de la violencia, Revista Proceso, 15 d febrero de 2004, consultada en: https://www.proceso.com.mx/191085/tamaulipas-el-reino-de-la-violencia

18Eduardo Guerrero G., El dominio del miedo, Revista Nexos, julio de 2014, consultado en: https://www.nexos.com.mx/?p=21671

19Rubén Mosso, En cinco municipios la peor disputa por Tamaulipas, Milenio diario, 24 de abril de 2017, consultado en: http://www.milenio.com/policia/en-5-municipios-la-peor-disputa-por-tamaulipas

21Naciones Unidas denuncia la desaparición de 23 personas en Nuevo Laredo a manos de fuerzas federales, El País, 30 de mayo de 2018, consultado en: https://elpais.com/internacional

22INEGI, Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2017. Principales resultados Tamaulipas, 26 de septiembre de 2017, consultado en: http://www.beta.inegi.org.mx

23INEGI, Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales (2016). Resultados, México, septiembre de 2017.

24SEGOB, Diagnostico Nacional sobre las Policías Preventivas de las Entidades Federativas, diciembre de 2017, consultado en: file:///Users/MXSOS/Downloads/Diagnostico_Nacional_MOFP%20(1).pdf



     
   
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